Leyendo un libro sobre el Santo Cura de Ars, me encontré con un consejo que me ha animado a componer esta oración, pues san Juan Bautista María Vianney recurría a santa María para que ella pidiera por la salvación de los pecadores presentándole a su Hijo llagado, herido, sangrante y sufriente. Dice que jamás le falló poner su confianza en este modo de pedir por ellos. Al fin y al cabo, Jesús, Dios encarnado murió para ésto: para salvar lo que estaba perdido. Pidamos con fe con estas palabras que propongo o con las propias, Dios se fijará siempre en la intención y disposiciones de los orantes.
Oh, Dios, por intercesión de Santa María, Madre Dolorosa,
te presentamos a tu Hijo cruelmente ensangrentado y sufriente
por redimir nuestros pecados.
Padre, ¡que no se haga inútil la cruz de Cristo!
Concede la conversión de los pecadores,
especialmente la de los que más amo........(nómbrense aquí).
Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo. Amén
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