30 mayo 2012

Al Señor de los Milagros

Señor, ¡bendito seas por tu bondad divina!
por tu misericordia para nuestro dolor;
se arrodilla a tus plantas mi alma peregrina,
para cantar tu gloria y ofrecerte su amor.

¡Señor de los Milagros! ¡Rabí de Galilea!
escucha tú, piadoso, mi voz y mi oración;
en tanto que mi vida, encendida sea en tu anda milagrosa,
arde con devoción.

¡Señor! bendito seas porque has permitido
que venga nuevamente a traerte mi fe;
que contemple tu rostro sangrante y dolorido,
que grabado en el alma, por siempre llevaré.

¡Señor de los Milagros! doliente Nazareno,
escucha mi plegaria, mi ferviente oración;
te doy gracias, Dios mío, porque eres santo, bueno, 
y de paz has llenado mi triste corazón.


De una estampa de la Parroquia Italiana y Latinoamericana de Santiago de Chile

Oración a Jesús solitario en el Santísimo Sacramento


Jesús sacramentado se ha quedado expuesto a todas las tropelías y ofensas que los hombres le hacemos, desde el olvido a la profanación. ¿Podrías acordarte que él nos espera siempre en todos los tabernáculos de las iglesias del mundo? ¿Te acordarías de saludarlo a la distancia? ¿Sabes cuál es el sagrario más próximo a tu hogar o lugar de trabajo? ¿Vuelas con el corazón hacia él a menudo durante el día? ¿Lo visitas en ese lugar en que se queda para ser próximo y vecino a nosotros en nuestro barrio? ¡No lo olvidemos! y para empezar, te sugiero esta oración:

Oración a Jesús solitario en el Santísimo Sacramento
¡Oh Divino Jesús! que durante la noche estáis solitario en tanto tabernáculos del mundo, sin que ninguna de vuestras criaturas vaya a visitaros y adoraros. Yo os ofrezco mi pobre corazón, deseando que todos sus latidos sean otros tantos de amor y adoración. Vos, Señor, estáis siempre en vela bajo las especies Sacramentales, vuestro amor misericordioso nunca duerme ni se cansa de velar por los pecadores.
¡Oh Jesús amantísimo!, ¡Oh Jesús solitario!, haced mi corazón cual lámpara encendida; en caridad se inflame y arda siempre en vuestro amor. Vela ¡oh centinela Divino!, vela por el mísero mundo, por los sacerdotes, por las almas consagradas, las extraviadas, por los pobres enfermos cuyas noches interminables necesitan tu fortaleza y tu consuelo, por los moribundos y por ésta tu humilde sierva que, para mejor servirte, descansa pero sin alejarse de Ti, de tu Sagrario... donde vives en la soledad y el silencio de la noche.
Sea siempre bendito, alabado, adorado, amado y reverenciado el Corazón Sagrado de Jesús en todos los Sagrarios del mundo.
Amén.

Ven, Señor Jesús

Ven, Señor Jesús,
y acoge mi vida en la presencia
de tu poder bondadoso.

Hazte cercano a los que amamos
y por los que estamos preocupados.
Hazte presente en tu Iglesia.

Amén.

Ignoro su autor.

28 mayo 2012

Trisagio Angélico


Es una oración de gran tradición para alabar a la Santísima Trinidad. Lo hacemos ayudados de un rosario corriente para poder llevar con facilidad la cuenta de las oraciones que vamos repitiendo.


En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

D (El que dirige): _Señor, abre mis labios.
R (respuesta): _Y anunciará mi boca tu alabanza.
D.-Señor, ven en mi ayuda.
R.-Apresúrate, Señor, a socorrerme.
D.-Gloria al Padre, etc.
R.- Como era en el principio, etc.

PRIMERA DECENA

Cuando el rezo se hace en común, se procede del siguiente modo: en
primer lugar, en la cuenta grande, dicen todos la deprecación “Santo Dios”; después, como de costumbre, alternan la oración del Padrenuestro el sacerdote (o el que dirige el rezo las oraciones) y los demás; a
continuación, en las cuentas pequeñas del rosario, se repiten nueve veces los versos siguientes, diciendo el sacerdote (o el que dirige el rezo de las oraciones) A Ti la alabanza.....etc  y respondiendo todos: Santo,santo, santo…etc; al terminar se añade el Gloria al Padre…. Hacemos lo mismo en tres decenas de las cuentas del rosario que usamos para ayudarnos.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo inmortal, ten misericordia de nosotros.

Padre nuestro…

En nueve cuentas pequeñas decimos alternando entre el que dirige y los demás: 

D.  -A Ti la alabanza, a Ti la gloria, a Ti hemos de dar gracias por los siglos de los
siglos, ¡OH Trinidad Beatísima!

R.  -.Santo, Santo, Santo Señor Dios de los ejércitos. Llenos están los cielos y la tierra
de tu gloria.

D.-Gloria al Padre, etc.

R.-Como era en el principio etc.

Las otras dos decenas se dicen del mismo modo, comenzando por las palabras Santo Dios, etc .

Al terminar la última decena, si se reza en común, todos dicen la siguiente:

ANTÍFONA

A ti Dios Padre no engendrado, a Ti Hijo unigénito, a Ti Espíritu Santo Paráclito, santa
e indivisa Trinidad, con todas las fuerzas de nuestro corazón y de nuestra voz, te reconocemos,
alabamos y bendecimos: gloria a Ti por los siglos de los siglos.

D.-Bendigamos al Padre, y al Hijo, con el Espíritu Santo.

R.-Alabémosle y ensalcémosle por todos los siglos.

D.-Omnipotente y sempiterno Dios, que en la confesión de la fe verdadera has
concedido a tus siervos reconocer la gloria de la Trinidad Eterna y adorar la Unidad en el
Poderío de la majestad: te pedimos que, por la firmeza de nuestra fe, nos veamos siempre
libres de toda adversidad. Por Cristo Nuestro Señor.

R.- Amén

Terminada la oración todos dicen.

¡LÍBRANOS, SÁLVANOS Y VIVIFÍCANOS O TRINIDAD BEATÍSIMA! 

15 mayo 2012

Oración de las que trabajamos en los hogares

El trabajo de la casa, para servir a las personas y las familias es un trabajo nobilísimo, ya sea en la propia casa o en familias ajenas. Es un trabajo en que las mujeres podemos desplegar toda las características de nuestro sexo que nos hacen hacer la vida más humana, acogedora y feliz, si lo hacemos con alegría y amor, con afán de servicio. Ésta oración que encontré ya no recuerdo dónde, va en ese sentido. Está muy bien.

Virgen María, que trabajaste toda tu vida
en los quehaceres de la casa,
concédeme la gracia de trabajar contigo
y estar unida a ti.

Quiero conocer, amar y servir
a tu Hijo Jesucristo,
y ofrecer a Él todas mis fuerzas y mi tiempo.

Te pido por quienes se han alejado,
o están en peligro de hacerlo,
para que encuentren la alegría de su amor.
Quiero que su Reino llegue
a los campos y ciudades.

Cuida y protege a mi familia,
al hogar donde trabajo,
y ayúdame a ser fiel en lo que me has encomendado.

Amén.


A nuestra Madre de la Merced

Madre de la Merced,
llena de gracia, María virgen fiel,
eres la causa de nuestra alegría
refugio de los pecadores.

Madre que cuidas de tus hijos,
eres la Puerta del Cielo, María,
haznos siempre fieles a la Eucaristía,
verdaderos hijos de la Iglesia.

Tú que dijiste soy la esclava,
danos humildad para escuchar su palabra,
danos la gracia de hacer lo que Él nos diga,
como en las bodas de Caná.

Gracias, Señor, por tu madre,
que hiciste nuestra clavado en la cruz,
que en su regazo seamos transformados
en instrumentos de amor.

Nuestra Señora de la Merced,
mira con amor a tus hijos,
bendice a tu familia
y ruega por nosotros, María.

Amén.

10 mayo 2012

Oración de envío misionero





Señor Jesucristo, que nos envías al mundo así como el Padre te ha enviado, concédenos el gozo de redescubrir en tu Palabra las raíces profundas de nuestra vocación misionera. 
Lávanos de nuestras infidelidades, cobardías y omisiones, aleja nuestros temores y egoísmos.
Pon palabras de paz en nuestros labios, amor en nuestras manos, ternura en nuestros gestos, ardor y verdad en nuestro testimonio.
 Úngenos con el crisma de tu  Santo Espíritu para seguir tus pasos al encuentro de toda persona, y transformados así en discípulos misioneros, envíanos, Señor, una vez más, hasta los últimos confines de la tierra para anunciar con alegría la buena nueva de tu Evangelio.
Amén
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Recojo todo tipo de oraciones que me entreguen por donde ando. Ésta la tomé de un volante auspiciado por varias instituciones eclesiales, y me gustó, pero no hay que tomar el deber de hacer apostolado sólo como irnos a lejanas misiones; no, por el bautismo tenemos el grave deber de trasmitir la fe de palabra, obra y ejemplo a toda criatura empezando por casa, el vecindario, parientes, amigos y el que pasa a nuestro lado. 
Si no podemos entrar en una catequesis formal, al menos debiera ser una picazón permanente, que nos haga movernos por correr las fronteras del Reino de Dios que puede estar, sencillamente, en un alma que lo quiera conocer.