Somos hijos de Dios, el mejor Padre que existe. ¿Cómo podríamos desconfiar de Él? Muchas veces no sabemos lo que nos pide, sólo sentimos lo que nos va pasando y a veces no le encontramos el sentido inmediato. Ha llegado la hora de darle un cheque en blanco. Charles de Foucauld nos dejó esta preciosa oración de abandono que debe ser muy grata al Señor, nuestro Padre, por la confianza que implica, algo muy difícil por ser un acto de fe grande, un salto al vacío pero para caer en sus manos.
Padre mío, me abandono a Ti,
haz de mi lo que quieras.
Lo que hagas de mi te lo agradezco.
Estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo.
Con tal de que tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas;
no deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en tus manos,
te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mi, amarte es darme,
entregarme en tus manos sin medida,
con infinita confianza.
Porque tu eres mi Padre.
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