Partir cada ofreciéndoselo al Señor es el mejor comienzo posible, y hay un modo de hacerlo por cada persona o circunstancia que haya. A nuestro Padre de los Cielos no es necesario dirigirnos con fórmulas hechas o que no representen lo que sentimos, pero hay algunos ofrecimientos que interpretan tan bien los sentimientos universales del hombre cristiano que vale la pena conocer.
Hoy les dejo uno que me ha llegado al alma. Se trata de una oración que el padre de Kimberly Hahn, pastor presbiteriano muy piadoso, le enseñó a su hija en momentos muy complicados en que se resistía a seguir su impulso de hacerse católica romana.
Está tomada del libro "Roma , dulce hogar" de Scott y Kimberly Hahn, editado por Rialp en su 5ª edición de octubre de 2001, pagina 132, y dice así:
"Señor, iré donde tú quieras que vaya;
haré lo que tú quieras que haga;
diré lo que tú quieras que diga
y entregaré lo que tú quieras que entregue"
Como se puede apreciar , todas las afirmaciones están en futuro, en una afirmación incondicional muy fuerte. En nuestro estilo católico, nos suena más familiar decirlo usando el modo subjuntivo, que expresa deseo y esperanza, pero pierde la fuerza que tiene la oración del pastor Jerry Kirk.
Dejo acá la alternativa que propongo:
"Señor, que yo vaya donde tú quieras que vaya;
que yo haga lo que tú quieras que haga;
que yo diga lo que tú quieras que diga
y que entregue lo que tú quieras que entregue"
Dejo un enlace de Catholic.net* sobre su conversión que ha ayudado a tantos.