Esta versión no es la más difundida en castellano, pero es la que primero conocí y la que mejor me parece porque los versos se ajustan muy bien al original del Doctor Angélico, santo Tomás de Aquino; realmente tienen ritmo estos versos, tal como el original en latín lo tiene.
Te adoro con amor, oculto Dios
que bajo estas figuras te has quedado;
a Ti mi corazón se entrega entero
porque entero al mirarte desfallece.
Los sentidos en ti todos se engañan,
y el oído tan solo es de fiar:
yo creo lo que habló el Hijo de Dios,
su Palabra es palabra de verdad.
En la cruz se ocultaba la deidad,
aquí la humanidad también se esconde;
creyendo de verdad en una y otra
te pido lo que el buen ladrón pidió.
No veo como vio Tomás tus llagas,
sin embargo, Dios mío te proclamo;
haz que en Ti siempre más y más yo crea,
que espere más y más en Ti, que te ame.
Memorial de la muerte del Señor,
oh Pan vivo que al hombre da la vida,
haz que mi alma de Ti pueda vivir
y gustar dulcemente tu sabor.
Pelícano sagrado, Jesucristo,
límpiame con tu sangre de mis faltas
pues una sola gota ya podría
limpiar de todo mal al mundo entero.
Jesús, a quien contemplo hoy escondido,
te ruego que se cumpla mi deseo
que mirándote a cara descubierta
pueda yo ver la dicha de tu gloria.
Amén
Dedicado a Andrea Caro de Burgos. ¡recítalo cada jueves! Ese día se instituyó la Eucaristía
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