Agranda la puerta, Padre
porque no puedo pasar;
la hiciste para los niños,
yo he crecido a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta,
achícame por piedad;
vuélveme a la edad bendita
en que vivir es soñar.
Gracias Padre, que ya siento
que se va mi pubertad;
vuelvo a los días rosados
en que era hijo no más.
De Miguel de Unamuno
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