23 mayo 2008

Totuus tuus (Todo tuyo)

Virgen, Madre de mi Dios,
¡haz que yo sea todo tuyo!
Tuyo en la vida,
tuyo en la muerte;
tuyo en el sufrimiento,
tuyo en el miedo
y en la miseria;
tuyo en la cruz
y en el doloroso desaliento;
tuyo en el tiempo y en la eternidad.
Virgen, madre de mi Dios,
¡haz que yo sea todo tuyo!
Oración compuesta por Juan Pablo II

20 mayo 2008

Al Sagrado Corazón de Jesús


Oración que en Chile rezamos en el mes del Sagrado Corazón.
(Desconozco su autor y origen)
Rendido a vuestros pies, ¡oh Jesús mío! considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adoradísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que, generoso, concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! ¡Mirad que soy muy rudo, oh soberano Maestro, y necesito de vuestras divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos, y caigo a cada paso y necesito apoyarme en Vos, para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón; socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio de toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis, cuando con tan tiernos acentos dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio:"Venid a mí, aprended de mí, pedid, llamad... a las puertas de vuestro Corazón”Vengo, pues hoy, y llamo y pido y espero. Del mío os hago, ¡oh Señor!, firme, formal, y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío! (3 veces)

17 mayo 2008

Getsemaní

Getsemaní y la oración de Jesús en el huerto, es un tema que me llena el alma de afectos y temas de contemplación mirando a Cristo redimiéndonos tan abatido y solo. Hay una canción sobre el tema que me llega mucho pues es oración cantada, de firme base teológica y evengélica. Va más allá de un sentimentalismo estéril. Se las dejo. Si hacen una búsqueda pueden encontrar acordes y lo necesario para cantarla.


GETSEMANÍ


”Para que mi amor no sea un sentimiento,
tan solo de deslumbramiento pasajero,
para no gastar las palabras más mías,
ni vaciar de contenidos mi te quiero.

Quiero hundir más hondo mi raíz en ti,
y cimentar en solidez este afecto,
pues mi corazón que es inquieto y es frágil
solo acierta si se abraza a tu proyecto.

Más allá de mis miedos,
más allá de mi inseguridad
quiero darte mi respuesta.
Aquí estoy para hacer tu voluntad,
para que mi amor sea decirte sí,
hasta el final.


Duermen en su sopor y temen en el huerto,
ni sus amigos acompañan al Maestro.
Si es hora de cruz, es de fidelidades.
pero el mundo nunca quiere aceptar eso.

Dame comprender, Señor, tu amor tan puro,
amor que persevera en cruz, amor perfecto.
Dame serte fiel cuando todo es oscuro,
para que mi amor no sea un sentimiento.

Más allá...

No es en las palabras ni es en las promesas
donde la historia tiene su motor secreto;
sólo es el amor en la cruz madurado,
el amor que mueve a todo el universo.

Pongo mi pequeña vida hoy en tus manos
por sobre mis seguridades y mis miedos.
Y para elegir tu querer y no el mío,
hazme en Getsemaní fiel y despierto.

Más allá...[I]

13 mayo 2008

La entronización del Sagrado Corazón de Jesús en los hogares

La entronización del Sagrado Corazón de Jesús en los hogares es una práctica piadosa tan importante que, si fuera realizada con seriedad, puede regenerar al mundo.
Se comprende. La familia es la primera de las sociedades naturales y, desde varios puntos de vista, es también la más importante. De su desarrollo nacen –por agrupación, división o extensión– las demás sociedades en los más variados ámbitos, hasta llegar a la sociedad suprema, el Estado.
Si la familia fuera moralmente sana, será capaz de trasmitir su salud a las otras instituciones. Si estuviera contaminada por cualquier vicio, contaminará a todas las otras sociedades que nacen de ella. La Entronización del Sagrado Corazón de Jesús en los hogares tiene como objetivo, entonces, regenerar, preservar y perfeccionar la célula básica de la sociedad: la familia.
En qué consiste
La Entronización es una consagración de la familia al Sagrado Corazón de Jesús y manifiesta el propósito de reconocerlo como Rey de esa sociedad, colocándolo simbólicamente en un trono. Su fin próximo es lograr que en la familia reine un espíritu efectivamente cristiano. Su fin remoto es el de preparar las condiciones para el Reinado de Jesucristo en la sociedad.

Nuestro Señor hizo dos promesas a Santa Margarita María Alacoque que se relacionan directamente con la familia y la Obra de la Entronización:

1. Daré paz a sus familias.
2. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y honrada.
Su Historia:
El fundador de la Obra de la Entronización fue el sacerdote peruano P. Mateo Crawley-Boevey (1875-1961) de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María. Parte de su juventud vivió en Valparaíso, Chile, y estableció muchos lazos con ese país. Al visitar Paray-le-Monial en 1907, el P. Mateo idealizó allí, en la atmósfera de gracias del Sagrado Corazón, un movimiento de regeneración de las familias y de la sociedad. A través de una cruzada moral, se propuso hacer reinar a Nuestro Señor en las familias para así hacer viable su Realeza Social.
El P. Matías deseaba que “la devoción integral de Paray constituyese el alma del hogar... La idea principal, el alma divina de la obra, es la revelación de Paray, realizada práctica y socialmente, revelación que ilumina, con toda su luz y misericordia, al hogar, célula social” (De Becker, “Léxico de la Teología del Sagrado Corazón, v. Entronización”, p. 136, v. Matías Crawley-Boevey, p. 233).
El P. Mateo sometió su plan al Cardenal Vives y Tutó –también propagador de la devoción al Sagrado Corazón y fiel colaborador de San Pío X– que lo estimuló diciéndole: “Esta es una obra magnífica; a ella debéis consagrar vuestra vida”. Igualmente la sometió al Pontífice reinante, San Pío X, el cual la aprobó con las siguiente palabras: “No solamente os lo permito, sino que os ordeno de dedicar vuestra vida a esta obra de salvación social” (Congregación de los Sagrados Corazones (Picpus), “La Entronización del Sagrado Corazón de Jesús en los hogares por la Consagración Solemne de las Familias a este Divino Corazón”, publicación oficial, R. de Janeiro, 1941, p. 66).El P. Mateo comenzó su obra en Valparaíso, Chile, con el apoyo de su Superior General, y de allí se extendió a todo el mundo.Contrarrestar al enemigo
El Papa Benedicto XV (1914-1922), en carta dirigida al P. Mateo en abril de 1915 afirma que nada en nuestra época es más oportuno que esa consagración de las familias. Dicha consagración se orienta a contrarrestar un plan llevado a cabo por un enemigo en el sentido de pervertir el interior de los hogares. Ese enemigo, dice el Papa, tiene en vista sobre todo la sociedad doméstica, pues ésta es el germen de la sociedad. Si consiguieran corromperla, corromperán toda la sociedad.
Benedicto XV también advierte: “Los golpes del enemigo tienen principalmente en vista la sociedad doméstica. Al contener ésta, como en germen, los principios de la sociedad civil, ellos saben muy bien que la transformación, o mejor dicho, la corrupción que esperan de la sociedad común, es consecuencia necesaria de la de la familia, desde que hayan viciado los fundamentos de esta última”.Una consagración creadora de buenoshábitos y destruidora de vicios
El Papa no quería una consagración superficial; la deseaba seria, creadora de buenos hábitos y destruidora de los vicios.“Importa sobremanera conocer a Cristo; conocer su doctrina, la vida, la pasión, la gloria; seguirlo no es dejarse guiar por un sentimiento superficial de religiosidad, que conmueve fácilmente los corazones tiernos y delicados y arranca lágrimas fáciles pero deja los vicios intactos” (C. SS. Corazones, la Entronización del Sagrado Corazón de Jesús, op. cit. pp. 17-18).
Lo mismo señalaba el Cardenal Van Rossum, en carta del 16 de enero de 1919, enviada en nombre de Benedicto XV al P. Joaquín Kapteinm SS.CC, director de la Obra de la Entronización en Holanda: “Lo que realmente queremos es que no se haga una consagración pasajera de la familia al Sagrado Corazón, una pequeña fiesta familiar que mañana tal vez sea olvidada; sino que, en realidad, Jesús sea colocado en un trono en la familia”.
También es fundamental lo que afirmaba la revista Acta Pontificia del 25 de mayo de 1915. La reparación que la Obra de la Entronización quiere hacer no es tan sólo individual sino que tiene un componente social: “Este apostolado se aplica de hecho a reparar dos pecados característicos de nuestra época: la laicización y la disolución de la familia, como también el atentado social contra la majestad divina de Jesucristo sobre la sociedad humana” (op. cit. p. 30).
Esta orientación se refleja con fidelidad en la publicación oficial de la Entronización que la compara a una cruzada de reconquista y restauración, cuyo objetivo es el Reinado Social del Corazón de Jesús.
“Una obra que, por su organización y su proyección social, constituyera una verdadera cruzada, cuyo fin sería centralizar y acentuar el movimiento mundial para el Reinado del Sagrado Corazón de Jesús” (op. cit. p. 55).
El mismo espíritu marca el Diploma oficial de la Entronización, el denominado Documento Familiar, firmado por el sacerdote, por los padres y por los hijos:“Por este acto, expresión solemne de sincero amor y reparación, nosotros, los abajo firmantes, queremos afirmar el reconocimiento oficial de la REALEZA de Jesucristo, nuestro Señor y nuestro Maestro; prometer la observancia incondicional de los Mandamientos de Dios y de la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana; defender los Derechos Absolutos de Dios contra las violaciones sacrílegas practicadas por los individuos, por las familias, por las naciones; someternos completamente a la autoridad infalible del Sumo Pontífice” (op. cit. pp. 112).Algunas prácticas de piedad
Para mantener encendida la llama de los buenos propósitos que acompañan a la consagración, la publicación oficial de la Obra de Entronización recomienda algunas prácticas piadosas:
1. La oración en común ante la imagen del Sagrado Corazón, al menos a la noche, y la renovación de la consagración con la fórmula abreviada.2. Bendición a los niños por parte de los padres, como jefes del hogar, ante la imagen del Sagrado Corazón y en nombre del Sagrado Corazón.3. Comunión frecuente con intención reparadora.4. La Hora Santa los días viernes o por lo menos en la víspera de los primeros viernes de mes.
Tales prácticas, como puede observarse, son muy aconsejables. Sin embargo, según las circunstancias concretas, cada familia puede elegir otras. El objetivo es el de mantener, por medio de actos piadosos internos y externos, siempre viva la llama de la consagración y el espíritu reparador propio de la devoción al Sagrado Corazón. Uno de los actos más meritorios es el rezo del Rosario en familia.
También es necesario aclarar que la Obra de la Entronización no se limita a las familias. Desea llegar a otras sociedades, como la escuela, la fábrica, el hospital y la oficina.Como es la ceremonia
La ceremonia de la Entronización es muy simple. En un día determinado, delante de los miembros de la familia reunidos, el párroco u otro sacerdote bendice la imagen del Sagrado Corazón de Jesús y la coloca normalmente en la sala más digna de la casa. Después de dirigir a los presentes unas palabras que recuerden el espíritu y los deberes de esta práctica de piedad, el sacerdote recita con toda la familia una fórmula de reparación y consagración.
Si el sacerdote no pudiera comparecer, la imagen, previamente bendecida, podrá ser colocada y la fórmula recitada por un laico, de preferencia el jefe de familia, el patrón o el director de la organización.

Oración humilde del P. Mateo Crawley-Boevey

¿Qué tengo yo, Señor Jesús, que tú no me hayas dado?
¿Qué sé yo, que tú no me hayas enseñado?
¿Qué valgo yo, si no estoy a tu lado?
¿Qué merezco yo si a tí no estoy unido?
¡Perdóname los yerros que contra tí he cometido! Pues me creaste sin que lo mereciera. Me redimiste sin que te lo pidiera. Mucho hiciste en crearme, mucho en redimirme y no serás menos generoso en perdonarme, pues la mucha sangre que derramaste y la acreba muerte que padeciste no fue por los ángeles que te alaban sino por mí y demás pecadores que te ofenden.
Si te he negado, déjame reconocerte; si te he injuriado, déjame alabarte; si te he ofendido, déjame servirte; porque es más muerte que vida la que no está empleada en tu santo servicio.
Amén.
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El P. Mateo Crawley-Boevey (1875-1961), sacerdote peruano de la
Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María., fue el fundador de la
Obra de la Entronización del Sagrado Corazón en los hogares.
Parte de su juventud vivió en Valparaíso, Chile, y estableció muchos lazos con
ese país. Al visitar
Paray-le-Monial en 1907, el P. Mateo idealizó
allí, en la atmósfera de gracias del Sagrado Corazón, un movimiento de
regeneración de las familias y de la sociedad. A través de una cruzada moral, se
propuso hacer reinar a Nuestro Señor en las familias para así hacer viable su
Realeza Social.